
Hace unos años los vehículos diésel eran la salvación, pero ahora son el mismísimo demonio convertido en combustible. Está claro que nos toman el pelo como quieren, pero lo cierto es que a los combustibles fósiles todavía les quedan unos cuantos años en el mercado y el diésel tiene mucho futuro, pues sus posibilidades aún dejan un margen de mejora bastante generoso.
Como ya sabréis, uno de los principales inconvenientes de los motores diésel son las emisiones de NOx que desprenden por el tubo de escape, sin embargo, todo apunta que estas podrían eliminarse de manera asequible y aparentemente infalible gracias a la tecnología desarrollada en la Universidad de Loughborough por un equipo de especialistas británicos en investigación automotriz.
Bautizado como ACCT (tecnología de conversión y creación de amoniaco), este sistema utiliza amoniaco para separar el nitrógeno y el oxígeno, logrando con ello anular el 98 por ciento de las emisiones de NOx del diésel. Es más, esta tecnología ha alcanzado una etapa tan prometedora que sus creadores están siendo asediados por diversos fabricantes de automóviles, proveedores de componentes e incluso propietarios de grandes flotas de diésel que están deseando utilizarla, aunque ya han revelado que no cederán la patente al mejor postor.
En esencia, esta tecnología convierte el AdBlue en un ‘fluido ACCT’ rico en amoniaco que se ubica bajo condiciones de control en una cámara montada en el escape.
El equipo, dirigido por Graham Hargrave -profesor de diagnóstico óptico- y Jonathan Wilson -investigador asociado-, ha estado trabajando en el proyecto durante muchos años, pero ha sido en los dos últimos años cuando han logrado un mayor avance para resolver lo que hoy en día vemos como uno de los problemas más urgentes del automovilismo. Según apunta el equipo, el ACCT es fácil de diseñar y podría alcanzar la producción dentro de dos años “utilizando el soporte adecuado“.
Las pruebas preliminares en un taxi Skoda indican que el ACCT puede capturar el 98% del NOx del escape, en comparación con el 60% que captura el sistema EU6 convencional del mismo automóvil. Todo ello incluso antes de que los investigadores tuvieran la oportunidad de optimizar el sistema ACCT para mejorar su rendimiento.
Al igual que ocurre actualmente con los sistemas de reducción catalítica selectiva (SCR), esta tecnología utiliza amoniaco “para separar NOx“, dejando solo nitrógeno y agua (básicamente, las moléculas de oxígeno se unen al hidrógeno, no dejando productos de desecho que no sean nitrógeno). La diferencia crucial entre los dos sistemas es que el ACCT sigue funcionando con alta eficacia en aquellos casos en los que las bajas temperaturas de los gases de escape desafían a la tecnología actual (cuando las bajas temperaturas de escape evitan la descomposición completa de AdBlue).
Gracias a este sistema, ya se empieza a hablar de motores diésel “virtualmente de cero emisiones” -algo similar a los vehículos PZEV, los cero emisiones de combustión interna que las marcas no quieren mencionar-, citando el ACCT como un descubrimiento aún más importante que la llegada del diésel common-rail. Recordemos que, según los últimos estudios europeos, las emisiones de NOx acortan 71.000 vidas anualmente y, a causa de ello, el mercado de vehículos diésel de Europa está en sumido en el caos, con unas ventas que han caído un 20%.
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